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Nuevos hábitos alimentarios

Comentábamos un grupo de ingenieros agrónomos recientemente al finalizar uno de los múltiples encuentros técnico/profesionales que celebramos con cierta periodicidad los cambios que ha habido en la sociedad europea en los últimos cinco lustros en lo que a la producción agraria y todo lo que deriva de ella se refiere. Y es que, la brecha entre la sociedad rural y la urbana lejos de acortarse se sigue agrandando cada año que pasa un poco más. La sociedad urbana se impone a la rural y los dogmas y preceptos foráneos (de fuera de la UE-27) han encajado a la perfección en una serie de colectivos, que viven en las urbes, que les asumen como propios y que forman parte de su ideario social, político, cultural, etc. Lo malo, no es que lo sigan ellos (lo cual puede ser muy respetable) sino que tratan de imponértelos a toda costa por todos los medios que hay a su alcance al resto de la sociedad urbana y por supuesto, a los integrantes de la sociedad rural. Hoy es frecuente oír o leer las noticias de que los responsables del cambio climático son los ganaderos (y concretamente la ganadería intensiva que con las flatulencias de sus animales hacen que el clima varie contantemente con picos al alza y a la baja; por el contrario, la extensiva, no. La extensiva, a la que tampoco valoran, es muy buena en comparación con su hermana la intensiva. Debe de ser que en la misma los animales no producen flatulencias). Basada en esa injusta demonización a la agricultura y ganadería intensiva (comemos gracias a ellas alimentos de todo tipo durante todo el año) estos colectivos aprovechan para introducir en la sociedad hábitos y forma de vida muy saludables y respetables (según ellos) con el planeta tierra; hábitos y formas de vida que son fácilmente adoptados por el resto de la sociedad civil por el profundo desconocimiento que implican algunos de ellos (si bien, hay que apuntar que una pequeña proporción están bien planteados y son necesarios en estos momentos). Menos mal, que hoy en día el binomio formación e información es más potente que hace décadas y que la gente que vive en el medio rural (y también los que no aceptan imposiciones y que viven en las ciudades) tienen dónde acudir para informarse

Centrándonos en el tema de la alimentación, amén de reconocer la importancia del profesional como productor de alimentos en cantidad y calidad (otra cosa es la distribución de los mismos en los mercados pertenecientes a los países del primer y segundo mundo que ya abordaremos en sucesivos artículos), señalábamos los problemas de salud a los que se enfrenta un porcentaje cada día mayor de personas en la sociedad civil (obesidad, enfermedades cardiovasculares, entre otros) por no tener una dieta correcta. Tres factores hacen que una dieta sea equilibrada: descanso/reposo; la alimentación correcta y el ejercicio. El triángulo tiene que ser equilátero. Que ningún lado esté descompensado. Si se consigue esto, esa persona tendrá calidad de vida. La alimentación correcta tiene que estar basada, como muy bien dice nuestro refranero, en “comer poco de todo y mucho de nada” o en “más suela y menos cazuela”; entre tres y cinco ingestas al día, y en la que estén presentes las proteínas (tanto de origen animal como vegetal), vitaminas, minerales, hidratos de carbono, grasas….todas en su justa proporción. Y, sin olvidar que no existe esa clasificación simple de alimentos buenos y alimentos malos. Existen los alimentos. Aun así y todo, un análisis enzimático, nos ayudaría a tener más información sobre los alimentos que debemos ingerir con más frecuencia, de la misma manera que consultar con un especialista es vital, para llevar a cabo determinadas dietas

Los nuevos hábitos alimentarios han provocado que surjan nuevos colectivos de consumidores como los veganos (aquellas personas que no consumen productos o subproductos de origen animal); vegetarianos (aquellas personas que aunque consumen mayormente alimentos de origen vegetal admiten en sus dietas productos de origen animal vivo, como la leche y el huevo); flexitarianos (aquellas personas que consumen alimentos de  origen vegetal y que puntualmente  consumen los de origen animal ); pescetarianos (aquellas personas cuya dieta está basada en vegetales y pescado y no en carne); crudiveganos (aquellas personas que consumen alimentos de origen vegetal crudos y que no estén cocidos); y, por último, aquellas personas que consumen alimentos plant based (los que se elaboran a partir de vegetales), que dicho sea de paso, gana adeptos y se consolida cada día que pasa un poco más.

Estas nuevas tendencias en la alimentación han llegado para quedarse y quién más o quién menos están familiarizadas con ellas, independientemente de que sea practicante o no de las mismas. Dicen los sociólogos y expertos en la despoblación del medio rural que aún quedan dos generaciones para que la sociedad civil vuelva a apostar por nuestros pueblos como sitios de vida, lo que llevará parejo un “renacimiento” de hábitos, costumbres y modos de vida más naturales de los que vemos a diario. El tiempo nos dará o quitará la razón.

Para Mucientes el colegio es “un vivero de ideas, proyectos y actuaciones en pro y defensa de la profesión”.

Autor: Ignacio Mucientes. Ingeniero Agrónomo y Decano del COIACLC.

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