Mucientes, Cigales y Cabezón reclaman más duración y agilidad en los permisos de descaste antes de que sea demasiado tarde
En la comarca de Cigales vuelven a saltar las alarmas ante los daños ocasionados por los conejos. Mucientes, Cigales y Cabezón de Pisuerga, son de nuevo, las poblaciones más afectadas por los destrozos que causan estos animales en los cultivos.
Si antes de la cosecha, era el cereal el más afectado, los agricultores temen ahora por el viñedo del que estos animales están dando ya cuenta.
El presidente de la Junta Agropecuaria de Mucientes, Javi Gil Valdivieso, denuncia que faltan permisos de descaste por parte de la Administración. “Ante la población que hay, necesitamos que se concedan más permisos y que estos no tarden tanto tiempo en emitirse porque los daños van en aumento”. Gil asegura que permisos que se solicitan el día 1 se conceden casi un mes después, sobre el día 20, con lo que se pierde un tiempo fundamental para los agricultores. “Se dan casos de permisos por dos meses que cuando llegan se han pasado los primeros 30 días”.
El presidente de la Junta Agropecuaria de Mucientes pide no solo autorizaciones de descaste con hurón, sino también que se concedan más con escopeta, “ya que estas últimas, se dan con muchas restricciones para evitar problemas de accidentes por la cercanía de estas explotaciones con autovías y carreteras. Estamos a favor de que prime la seguridad pero creemos que hay exceso de celo”.
Gil reclama además que los controles que realiza la administración para conceder estos permisos se realicen en los horarios de más actividad de estos animales para que los representantes de la administración tengan una verdadera visión de este problema. “Tienen que venir al amanecer o al anochecer, que es cuando salen estos animales, porque si se realizan estas mediciones al mediodía o otra hora, los conejos están en sus madrigueras y no toman conciencia de la realidad del problema”.
Las Juntas Agropecuarias Locales piden más agilidad y actuaciones por parte de la administración, para evitar más daños en los cultivos, y lo que es más grave, que este problema se convierta en plaga y peligre la salud para los habitantes del medio rural.