Para la Comisión Europea, la Agricultura de Conservación contribuye a cumplir con los objetivos del PAC relacionados con la lucha contra el cambio climático y la degradación de los suelos.
La Comisión Europea hizo público, el pasado 14 de enero, un listado de prácticas agrarias candidatas a ser incluidas en los futuros eco-esquemas que contemplará la nueva PAC, con el fin de ayudar a los Estado Miembros a elaborar sus planes estratégicos. La Agricultura de Conservación aparece en dicho listado como una de las prácticas a ser consideradas para luchar contra el cambio climático y la degradación de los suelos debido a los importantes beneficios medioambientales que su aplicación supone en los ecosistemas agrarios.
Desde la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos (AEAC-SV) se está luchando por la inclusión de prácticas como la Siembra Directa, en cultivos herbáceos, y las Cubiertas Vegetales, en cultivos leñosos, en los eco-esquemas desde que se inició todo el proceso de diseño y definición del Plan Estratégico Nacional de la nueva PAC. En este sentido, el documento publicado por la Comisión Europea no hace sino reforzar la necesidad de contemplar este tipo de prácticas, sobre todo en un país en donde el principal problema medioambiental es la degradación de los suelos.
Además, la Agricultura de Conservación tiene mucho que decir en la lucha contra el cambio climático, como así lo refleja el listado de la Comisión al incluirlo dentro del epígrafe de la “Agricultura del Carbono”. Ya en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030, elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, se contempla este tipo de agricultura como una de las medidas clave para contribuir a la descarbonización de la economía.
Algunos de los principios de la Agricultura de Conservación, como la rotación de cultivos o el mantenimiento de una cobertura vegetal, se incluyen en el el borrador de los Eco-Esquemas publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Sin embargo, llama poderosamente la atención la ausencia de la Siembra Directa en estos borradores, cuando uno sus objetivos clave es el incremento de la capacidad sumidero de carbono en los suelos.
Avalado por numerosos estudios científicos, la Siembra Directa es capaz de incrementar el contenido de carbono en el suelo respecto a las prácticas convencionales en aproximadamente 1 tonelada por hectárea al año, lo que supondría que si toda la superficie de cultivos extensivos de España estuviera manejada bajo Siembra Directa, anualmente se compensaría el 56% de las emisiones del del sector agrario.